Tuesday, October 04, 2005

16. Conclusión

EN CONCLUSION. APRECIAR EL CINE significa interpretar el mensaje de la(s) película(s). Pensar la imagen.

Crear transversales hermenéuticas. Mientras más objetivas mejor, es decir: mientras más miméticas. Hay que analizar con detalle lo que se ve, la verdad de la mirada del cine. Tal vez el cine silente sí era el umbral y el sonido fue un retroceso, la pérdida histórica crucial, una imposición aburguesada y aburguesante. Porque lo figural, lo ilegible es lo que vuelve al cine motivo de reflexión salvaje, motivo de comunismo feminista libertario. Alto consumo especulativo de película(s), interpretación histérica voluntaria. Transversal, sin fin fijo. A-lógica.

Microanalizar los afectos (psique) y efectos (soma) del cine, distanciar el acontecimiento, volver a ser personalidades estoicas, epicúreas; renunciar al goce de la ilusión inmediata para sublimar mediante la reflexión conversante su acontecer real y conocer el goce perverso de la ilusión, la conciencia. Su llamado a pensar. Producir discurso crítico, inter-subjetividad(es), meta-(con)ciencia del cine, hermenéutica radical de la figura cinemática en la mente personal. Interpretar la retórica propia del cine, su diferencia, lo imposible de "leer"; para olvidar precisamente las lecturas y retóricas y volver a pensar lo específico del cine. La sintaxis imposible. Y el microanálisis se eleva potencialmente cuando es resultado de un serio trabajo colectivo.

Un taller de apreciación sistemática del cine le da sentido práctico a la reflexión crítica acerca de la presencia del cine en nuestra actual cultura cotidiana, interpreta lo que todavía está por venir a ser más cierto por medio de la comunicación cinemática. El deseo eutópico que expresa la experiencia cinemática como forma de saber diferente. Voluntad de Poesía. La filosofía pervertidora de la mirada real. El cine. Una inflexión del tiempo.

Un taller de apreciación cinematográfica trabaja dejando que cada persona integre y exprese su saber de(l) cine, para manifiestamente hacer crecer el saber nuevo y diferentede(l) cine. La Poesía del Porvenir, El Umbral del Futuro.

Todavía no hay una forma, ni un método; todavía hay que pensar el cine desde todos los puntos de vista posibles. Entender la trama figural del cine, el montaje, aprender a saber descifrar con más detalle lo que dice la construcción del relato cinemático y utilizar para la interpretación crítica su propio código, el código nuevo del cinematógrafo. Pasar al habla cinemática, decir la experiencia. Comunicar(se) de(sde) (el/la) theoría radical del cine. Tener una clave más justa para apreciar el cine, es decir, para ver la(s) película(s) y existir.

Todavía hay que pensar en voz alta con otra(s) persona(lidad-e)s la(s) película(s). Para saber hacer y hacer saber mejor lo que significa venir a pensar el cine; todavía hay que realizar en privado y en público lo que no puede estar dentro de un manual, y que debe desear todo el tiempo la máquina textual del Manual: la diseminación con sentido de nuestra comunicación interpretante del ser del cine. Lo que vueltos más de dos, los dos hemos hecho con la experiencia cinemática para volver posible el Manual, esta (nuestra) caja de herramientas. Resultado de una conversación voluntariamente diferente, por su seriedad, por su intensidad y por sus resultados.

Abrir la puerta. Cruzar el umbral.

Entonces...

De inmediato, en lo más cotidiano: el cine, insistimos (por busca de método, camino de salida), está (casi por completo) dominado, regulado, bio-programado por la institución capitalista. El cine, la(s) película(s). Antes que nada son, están siendo: una mercancía de la industria cultural. Mercancía extraña, sólo tiene valor de cambio concreto, el uso real se confunde y pierde en el extrañamiento, y el uso ideal de esta mercancía, su potencial eutópico libertario, aún es algo indefinido, fetiche, un extrañamiento fetiche, el cinematógrafo, extraño fetiche; pero en definitiva: siempre regula todo el bioprograma el precio mercantil real del cine, su valor en el mercado. Plusvalor capitalista. Represión del deseo femenino, dominio fascista, fuerza encarcelante de la voluntad personal. Olvido del intérprete esencial, básico. Mercancía chatarra, capitalismo tardío, fetiche total. Ilusión. Trabajar también durante el tiempo de ocio (y sin darse cuenta), para resolver la reproducción de la fuerza de trabajo sólo en forma inconsciente, con un grave olvido de la identidad personal, una pérdida a favor de la explotación asalariada, el tiempo donde el/la sujeto encarcelado en el círculo vicioso de la valoración del valor produce su propia cárcel.

Tal represión y dominio de la voluntad lo ejerce el/la sujeto consumidor ideal del cine hecho según el modelo institucional de representación cinemática. Para el consumidor inconsciente, el cine es un dispositivo que le permite aceptar sin reflexión, por miedo a pensar, la servidumbre voluntaria. El cine organizado para los zombies de la taquilla. El modelo institucional de representación cinemática, la imposición y reproducción --i-n-c-o-n-s-c-i-e-n-t-e-- de recepciones inmaduras, generalmente adolescentes, identificatorias, in-completas, sin resolución del sentido, con ventaja violenta para el orden simbólico establecido (el Sistema). Sin pensar. Un triste espectáculo planetario. La tele. El cine como medida contra el pensar del cine, la quiebra del cine, su olvido. Entonces... hay que hacer lo contrario, volver conversación el ser del cine, hablar del cine, sacarlo de su olvido manifiesto en la cárcel del espectáculo industrial, para aprender a ver lo que no sabemos decir todavía sobre el ser capitalista del cine, y así concer en definitiva su función eutópica también manifiesta, lo que más lo jalona gozosamente desde el fondo del futuro, nuestra liberación colectiva del encierro, el cambio de la vida y la historia por medio del uso radical de la mirada (escopofilia).

Por eso, para encontrar de veras la inquieta libertad del cine, necesitamos pensarlo cada vez más en serio y más en común. Necesitamos abrir espacios y tiempos más auténticamente universitarios para pensar el cine como figura del conocimiento contemporáneo. Necesitamos espacios y tiempos desde donde apreciar más en común el sitio académico en que nos pone el acontecer cinemático, el resultado del cine en y para la conciencia pensante viva. El cine como proyecto todavía onírico de nueva justicia, una forma más sabia de interpretar los sueños, primero, para entender después la vigilia que fabrican, y resolver con madurez autónoma el enigma de la muerte, el enredo egoísta y culpable del sexo, el dinero y el poder político burgués.

Un manual para un taller de apreciación cinematográfica, un discurso en común para convocar un trabajo en común. El trabajo permanente de la liberación por la cultura. Porque el cine será colectivo o no será. Trabajo artístico en conjunto. Fin de siglo, fin de época. Reproducción colectiva de series y ambientes cada vez más y más libertarios, sociedad del gozo justo de la vida breve.

El esfuerzo espiritual de todos nosotros los seres humanos.

Colectivo de razón. Razonamos en común, con y por encima de todo sentido común: dentro de la cosa del cine. Razonamos. Colectivo de razón. Confiamiento hermenéutico radical, intercambiamos nuestra experiencia para conocer mejor lo que ocurre a cada quien al ver películas. Nos conocemos en confianza, en ángulo recto, con otro objeto común. Resolvemos la experiencia en theoría, visión distante, abstracción, constante alejamiento. Para reconocer de verdad la meta, el fin último; el goce universal. Escritura libre, en confianza de espíritus amigos, pero conservando alejada, en lo latente del texto, la intimidad; después de todo, surreal-es. Nuestra conversación sistemática sobre la(s)cinematografía poética. Palabras que explican su otredad, la mirada. Taller. La visión indecible del cine.

Descifrar el mensaje del cine como disparador de acciones directas para emancipar la fuerza de trabajo de la mirada, para encontrar en el acto de interpretar la(s) película(s) lo sagrado del arte de un tiempo sin poesía, el arte de un tiempo sin Dios y sin amo; un tiempo de poetas y poemas, pero sin poética, sin razón de ser para la poesía. Mirar la fuerza de trabajo de la conciencia.

Reanimar la voluntad poética, demandar la belleza perfecta, lo en efecto clásico, la belleza que sabe emerger de la espesura siniestra, la afirmación de estar ahí con un destino correcto. Un arte que llama a reconsiderar el estado de las cosas. Pensar.

Aquí, para crear condiciones de acción crítica con respecto a la experiencia cinematográfica hemos sintetizado un grupo de lecturas sistemáticas de textos que hablan acerca de la significancia formal del cine, muy en especial la deriva por la(s) semiótica(s) y la hermenéutica; nuestra praxis gozosa de contemplación y análisis de películas en tanto colectivo feminista de indagaciones sobre el cine que emerge de entre los intersticios que encontramos en esos ejemplos intencionalmente silenciados para escribir teoréticamente, entre esas formas concretas de considerar la cosa del cine al ver la(s) película(s). Con la síntesis y los campos propios de los textos sintetizados queremos darle valor libertario a nuestra pasión personal por el cine.

Queremos dejar apreciar lo libre del cine como acto de pensar nuestra pasión sin límites, con otros espíritus, por la interpretación intensiva del cine. La proliferación salvaje del discurso sobre el cine

Hemos creado un mecanismo theórico para mejorar la apreciación académica del cine. Este Manual deja pensar la profundidad del cine en tanto que nueva estructura de la conciencia personal y colectiva, o sea, la hondura del cine como manifestación de un íntimo deseo cósmico.

El cine como efecto cultural del ingreso en la fase superior de la existencia pensante, la fase donde el hombre queda para siempre oculto en un pliegue de la historia. Brilla la unidad de la conciencia. La trama de este escrito da luz y razón sobre la cosa del amor por el cine. Nuestra conversación.

Lo específico del taller de reflexión que este Manual convoca, radica en la forma como esta constelación de enunciados escritos, el manual en y para sí, se intercala entre la contemplación de películas y el trabajo de comentarlas en comunidad para volverlas pensar libre. De ello crece el "más" de esta comunicación. Nuestra unidad por encima y por debajo de lo escrito, el himen unitario de nuestros argumentos críticos.

Porque ahora con este Manual podemos interpretar con más detalle la(s) estructura(s) que vuelven significativa(s) la(s) película(s), la(s) estructura(s) que produce(n) el/la sujeto que desea el significado puesto en cuestión sobre/desde la pantalla. Interpretar lo propio del mensaje cinemático.

Hemos renunciado a la locura de la unidad. Todo ha sido dicho, en definitiva, por partes, por nuevos fragmentos y fragmentos de fragmentos. Decirlo resarce la renuncia, satisface por el envés sublimatorio. Satisface la quietud aparente de la contemplación de la(s) película(s).

Nos hemos dispersado intencionalmente todo el tiempo, reflejando otros discursos, otros pensamientos, otros textos dentro del inmenso archivo de la biblioteca ya actualmente existente, aumentando las repeticiones, las múltiples reiteraciones, a tan diversos niveles, con el fin de mostrar las múltiples certezas colectivas, y para "así" dejar de ser sólo las dos personas solas que según la costumbre debiéramos ser (y no somos). Hasta donde nos ha sido posible, hemos evitado la locura de proporcionar una visión de la causa primera del cine en un discurso clara y distintamente unitario sobre el precio del cine, el fantasma del origen del valor. La muerte, nuestra muerte, prohíbe la unidad en lo real. De hecho, por nuestro ser mortal, vemos que toda unidad es cosa de tiempo. Cosa de límites y conflictos. Nuestro gusto radica en saber que ello mismo implica renunciar al Yo aislado y aislante, deshacer el tiempo y la unidad concreta en el tiempo. Ser el nosotros que somos, con usted(es). Construir el sentido no es más que desconstruir la significación. No existe modelo asignable para esta configuración evasiva. Sin embargo, pensarla, pensar el cine, significa presentar modelos, jugar con los modelos. Abrir posibles a lo imposible. También el cine.

"Polvo enamorado."

Estratos. Fragmentos.

Planos. Signos. Plural. Singular. El rizo. La hendidura. La pantalla. La secuencia.

Escritura. Una película, todas las películas. Cine, cinematografía. Trabajo, taller. Arañar. Rayar. Grabar. Grafía, grafismos, gráfica y gráficas. Pintar, dibujar, escribir... un mensaje, una carta, etcétera. Escribir, redactar, componer; inscribir, designar, registrar; proponer por escrito. Citar por escrito en un juicio. Denunciar por escrito la injusticia, el pliegue capitalista. Pintar, dibujar... escribir para sí. Escribir o redactar una ley. Ver el afuera del lenguaje fonético-alfabético, la archiescritura. Invertir todo e investir todo con libido textual. Inscribirse en la imagen, figurar en el cuadro. Huracán, turbamulta de imágenes, la metáfora. Trabajo de un taller, seguir la metáfora del cine, la otredad en el cine, la alteridad. Una imagen: las imágenes, la imagen. Metáfora(s), alteridad. La mesa del cine. El vino y el pan del cine. Cine. Movimiento. Acción. Cambio. Todos los hechos sociales incluidos en cada fotograma, en cada fragmento de cine. Series y ambientes de montaje cinemático. Diagonales. Ondas. El río. Otra vez Heráclito. Nadie se baña dos veces en el río de la misma película, nadie es dos veces el mismo al ver una película, y todas las variantes, retórica del movimiento y el cambio. La gran complicación de saber que cine y escritura son y deben ser los contrarios, los diferentes, y que por eso la escritura no expresa el cine, ni dice el cine. La escritura tiene que especular sobre el cine, por arriba, por abajo, por los lados, por los intersticios, para as{i engarzar la verdad del cine, la novedad que hemos venido a pensar. El pesado y penoso trabajo de adecuar lo fijo de las palabras, estas palabras, esta escritura, estas monedas ya sin troquel, adecuarlo todo al cambio permanente de los planos cinematográficos, fotogramas, marcas electrónicas. El troquel del cambio, la ley de las metamorfosis, el retorno de lo femenino perdido. Electricidad. Discurso sobre el cine. Las palabras... y su olvido. La salida de la caverna, mediante su aplicación liberal en la recepción del cine, en la neodemocrática recepción de película(s), en la acción ya casi voluntaria para todas las conciencias, es decir para toda(s) la(s) vida(s) cotidiana(s), la acción de cambiar la vida y transformar la historia permanentemente, alegremente. La tarea de pensar el cine con este discurso urgente contra el imperio del discurso. Cuando éste imperio deviene video y pantalla de computadora, y significa, de veras, por debajo, querer pensarlo todo.

Escribir, ya en medio del torbellino. Donde desaparece la fijeza, donde la escritura deviene acción en la pantalla del ordenador electrónico. Cuando el ordenador comienza a generar nuevas formas de expresar la apreciación crítica del cine, o sea, cuando la fijeza de la escritura se dinamiza para ingresar, al fin, en el viaje cinemático.

Para traer a juego la otredad sin discurso, la novedad retumbante. La alegr{ia del cine. Ver el cine.

Un manual de apreciación cinematográfica únicamente puede ser una paradójica pero necesaria aproximación distante, muy intencionalmente distanciada de la cosa real del cine, de su experiencia física, sensitiva, mental... Puntos suspensivos. Educación y cultura, un elevamiento. Pero también por ello un manual expresa realmente el ser de la cosa del cine, dice la verdad del cine, la verdad en el cine. Apreciar la cinematografía --pensar el cine-- significa: salir del encierro. Des-hacer una y otra vez el mito, para resolver el mito.

Un condenado al cine se escapa. Quitar la mancha, quitar la deuda. Apreciar el trabajo de la mirada. Esa sobrenaturaleza subjetiva. Nuestra experiencia, esta experiencia.

Atención... Silencio. Cámara. Acción...

Corte. Se queda.

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