María Adela Hernández Reyes y Salvador Mendiola MANUAL DE APRECIACIÓN CINEMATOGRÁFICA México, DF 2007 A Rafael Vargas (NADIE PIENSA Y MUCHO MENOS escribe de verdad a solas. No hay la soledad. Mucho menos en la escritura. Toda comunicación es colectiva. Mucho más la escritura de textos como éste. Nosotras dos siempre somos mucho más personas que dos, ni quién lo dude. Sobre todo por escrito. Y no somos ni seremos solo dos desde que siempre y para siempre somos y seremos cla Chorcha Chillys Willys junto con Gloria Hernández. Aquí deberíamos incluir los nombres de mucha gente, comenzando por todas las personas que han estudiado apreciación cinematográfica con nosotras. Pero que queden Hortensia Moreno, Candy Mar y Bella Bella, nuestra otra alma amplia de Chorcha Chillys Willys, en representación cariñosa de todas las demás.) * * * * * OJO Esta blog ya es una obra terminada por completo. Su objetivo se ha cumplido y por ello ya no agregamos nuevas entradas en ella. Tan sólo ampliamos y corregimos sus contenidos. * * * * * INDICE 1. Objetivo 2. Etimología 3. Lo cinemático 4. Un precio 5. Pensar el cine 6. Apreciar el cine 7. El plano 8. La secuencia 9. La cámara 10. Enlaces y transiciones 11. El sonido 12. La diégesis 13. El/la espactador/a 14. La metáfora en el cine 15. El modelo institucional de representación cinematográfica 16. Conclusión * * * (Lema) 17. Escopofilia 18. Glosas a un ensayo de Walter Benjamin 19. Bibliografía BONUS TRACK |
Tuesday, October 04, 2005
1. Objetivo
NUESTRO OBJETIVO ES INTENSIFICAR EL aprecio por la experiencia cinematográfica. Aumentar la autoconciencia y por tanto el goce libre de la experiencia cinematográfica como plataforma existenciaria para la crítica radical de la civilización contemporánea: (des)orden simbólico falogocéntrico. La máquina escrita de este Manual propone un sitio en donde trabajar con otras personas la reflexión crítica sobre el sentido (en y para sí) del cine. Presenta un modo de elaborar la interpretación y comentario de películas, una forma de apreciación puesta a funcionar como ciencia de la comunicación y el periodismo. Una constelación de enunciados theóricos para fijar un marco académico-crítico el "precio" del cine como objeto/sujeto del pensar universitario. Su valor real para el espíritu, lo esencial de la esencia del cine que nos demanda decidir si de aquí en adelante tomamos en serio al cine (poesía, profecía) y cómo. A propósito, muy a propósito, este Manual quiere ser un discurso abstracto sobre el cine. Hegelianamente abstracto, para así reconocerse discurso científico y convocar de ese modo la contemplación pura de la Forma Cine. Pensar el pensar. Un discurso sin contenidos concretos (sin películas, sin casos particulares), para abarcar lo más que se pueda enunciar sobre la cuestión del cine en general. Intencionalmente no citamos películas específicas ni nombres propios de actores o directores. Hemos notado que citar películas concretas, ésta o aquélla, la que sea, dificulta la recepción del discurso sobre la apreciación cinematográfica; porque quien no ha visto la película citada, poco entiende del "ejemplo". Incluir los ejemplos en esquema, mediante la reproducción de fotogramas en el texto nos resultaría, técnicamente hablando, una tarea imposible de realizar --cosas del subcapitalismo nacional. Preferimos expresarnos a través de la relatividad opaca de lo abstracto pero universalmente válido, en vez del hermetismo absoluto de lo concreto particular. Y así queremos crear un discurso "sobre" el cine, esto es, puesto por encima de las películas, para poder apreciarlas precisamente como cinematografía. Por eso mismo no hacemos ninguna referencia a la "historia" del cine, ni proponemos "nombres" de autores, ni clasificaciones de géneros, corrientes, escuelas y esas cosas siempre tan discutidas y discutibles. Aún más significativo quiere ser el silencio absoluto sobre el desde siempre inexistente cine mexicano. De todas formas, a estas cuestiones de historia y archivo esperamos dedicar próximos estudios y publicaciones. Optamos, ya en lo abstracto, por discurrir a través de lo más abstracto, la forma de La Forma: el análisis de la semiótica y la retórica del cine, legítima filosofía del cine, la interpretación de la materia pura de la(s) película(s), o sea, la hermeneusis radical, la apreciación que se desea válida para absolutamente todos los casos, y donde las excepciones confirmen la regla. Con ello queremos delimitar con claridad y distinción práctica el valor de la apreciación cinematográfica en tanto discurso escrito capaz de valorar auténticamente todas las películas. Un emplazamiento teórico para determinar direcciones y posiciones ante el acontecimiento del cine; nunca un mecanismo de exclusión o de represión, nunca un mecanismo para recuperar el (des)orden establecido. Algo que creemos sólo posible a través de la liberación feminista del discurso analítico. |
2. Etimología
SEGUN LOS DICCIONARIOS, LA PALABRA apreciar significa "poner precio" o "reconocer el mérito de las personas o las cosas". El enunciado precio, en su primera acepción expresa "el valor de una mercancía en unidad monetaria"; pero también refiere "la estima en que se tiene algo" o "el sacrificio o dolor con que se consigue algo". Y mérito es "la acción de la persona que la hace digna de elogio o de censura", "el resultado de un acto loable" o "lo que auténticamente da valor a las cosas". Todos estos campos semánticos determinan el sentido de este Manual, aunque de inmediato hemos distanciado la cuestión económica en sí. Consideramos primordial establecer lo específico de la Forma Cine, esto integra y entrega la clave "técnica" para pensar el cine como cine; pues deja ver y nombrar lo "propio" del cine como objeto de nuestra reflexión sistemática sobre la experiencia del sensorio humano: escritura-lectura del texto, proliferación de significancia. Una actividad o trabajo hermenéutico que sobredetermina el juego semántico que genera la interrelación de las palabras: trabajo, precio y pensamiento. Los hechos de sentido que produce el trabajo del pensamiento que aprecia el valor del trabajo mismo al interior de la "experiencia cinemática". El nuestro es un trabajo intelectual de carácter ético; a través de un proceso de descodificaión abstracta (semiótica y retórica), se reconocen, descubren y proponen valores para la recepción crítica de la experiencia, se crean condiciones de pensamiento (enunciados), para saber si tiene sentido tomar en serio el cine, o sea, si tiene sentido pagar dinero y hacer sacrificios de tiempo para acceder al goce íntimo de la experiencia cinemática. El trabajo puesto en juego por la máquina textual que aquí nos interrelaciona configura una constelación de enunciados para hacer saber y saber hacer la reflexión sobre la experiencia cinemática. Para así ver y nombrar el acontecimiento espiritual que le da precio al cine, el acontecimiento que nos hace apreciar el discurso cinemático, el mensaje general de las películas. Trabajamos de este modo el valor intelectual y material del cine; su mejor razón de ser un medio del pensar libre. Es decir, con este Manual no tenemos el propósito de "hacer cine" ni simplemente de "verlo bien". Aquí, de manera específica, fija, lógica, antes que nada queremos "apreciar lo cinemático en y para sí", la esencia sustancial de la mirada que nos otorga la experiencia cinematográfica, queremos ponerle precio a lo que vemos en y con la(s) película(s), saber lo que vale ver y pensar las películas --en todos sentidos. Y reconocer de forma colectiva (con este gesto público) la necesidad de realizar un sacrificio, el gasto de un exceso, es decir un trabajo; el sacrificio específico de cumplir el objetivo de este Manual-taller, la activación de la maquinaria textual concreta, a cambio de alcanzar voluntariamente el mayor placer posible en la contemplación de películas y, en general, del discurso cinemático. Pues el objetivo implica, después de realizado el sacrificio, una donación voluntaria, convertir el trabajo en placer. Salir de uno, para ingresar en la cosa del cine, para apreciar el cine. Gozar más inteligentemente (con) el cine. Comprender la cosa plural (pública) de la(s) película(s). El cine (lo cinemático en y para sí) es un acontecimiento trascendental en todo sentido, ya que, de hecho, todavía no podemos imaginar ni racionalizar lo que habrá de marcar en la psique de la especie; apenas vemos aparecer el cine dentro de la existencia mortal, no ha cumplido todavía ni un siglo completo de ser una práctica social cotidiana, apenas deviene completamente cotidiano por medio de la tv y la videograbadora; por ello hay que pensar cada vez más en común y más en serio el precio y aprecio que le debemos otorgar a la experiencia cinemática, o sea, su valor real, el valor que tiene en nuestra vida personal y lo que ello significa en y para el siglo que la ve comenzar a estar ahí como nueva figura de la conciencia, el siglo que la conoce y conoció vuelta casi únicamente la mercancía hiperfetiche de la industria cultural del capitalismo tardío... un siempre "gris", "muy gris" dispositivo mercantil para enajenar el sufrimiento real de todos y de todo, un muy etéreo y diluido pero letal opio del pueblo global de la postmodernidad sin chiste, un soporífero de religión sin religión ni cafeína, hecho para olvidar el sufrimiento que impone la depauperación creciente de la fuerza de trabajo, o sea, como la mercancía cultural del mundo planetarizado a la fuerza, sólo a la fuerza por el capitalismo tardío (fase donde el modo de producción subsume el consumo, o sea, el valor de uso, y determina para consumir sin consciencia la conciencia del consumidor; fase donde el capital, sólo el capital, sólo el objeto sin sujeto, produce, transmite y consume la cultura colectiva). Y por eso mismo, por su pertenencia íntima al capital, el cine también puede ser la mercancía que, paradójicamente, deviene anti-mercantil, la mercancía que revela la parte maldita, lo interdicto: arte y filosofía, y al mismo tiempo la superación del arte y la filosofía... pensar el pensar... Un nuevo pensamiento, un comunicar(se) radicalmente diferente, lo eléctrico, la respuesta del tiempo presente al trabajo de la tradición contracultural sobre el acontecimiento de pensar con la mirada y de mirar el pensamiento. El cine, entonces, por el lado negativo, funciona como anestesia y amnesia de la(s) libertad(es) radical(es); nadie lo niega. Pero por el otro lado, el positivo, el cine es el territorio donde habla el porvenir salvaje, el sitio fantasmático donde se expresa el gesto que nos saca del encierro, la sombra en la caverna que hace despertar la conciencia de los prisioneros. Por su sombra perversa, mercancía industrial, el cine es la mercancía que sale y hace salir afuera del modo de producción capitalista, hace acontecer su paradójica, inquietante de(s)construcción desde el espíritu. La profecía. Y funciona como lugar de encuentro y zona de acuerdo con el otro, la sociedad y el cosmos. Zona trascendente para el ejercicio ya en este momento postfeminista radical de la desconstrucción del discurso fuerte de Occidente. El más allá del sujeto existencial falogocéntrico. Sí, en esta voluntad de pensar y decir con forma académica la cosa cinematográfica y su gozo. Hay que pensar un precio del cine que tome más en cuenta los muchos elementos que deben conjugarse para que ocurra la experiencia cinemática; para que así, con ese precio plural, quede clara la marca que deja el hecho en sí de ver una película, es decir el trabajo personal de recibirla y trabajarla en y para la conciencia; de percibir la mimesis y aspeccionar la diégesis, activar el trabajo de interpretar la(s) película(s) para ver la idea radical del cine. Un precio todavía muy difícil de fijar y pagar, porque es el precio de un acontecimiento en efecto inapreciable por completo. Fuera de este modo de poner precio y dar mérito, éste, el nuestro, tardocapitalista = nihilista. Un precio "inapreciable", sin precio, por paradójico, porque, decimos, desde cierta perspectiva, la del opio y la ilusión, puede ser despreciable, mínimo, nada de nada; y al mismo tiempo, desde otra perspectiva, la que busca lo esencial de la vida, la que sigue el proyecto radical de indagar por el deber ser más íntimo de la existencia personal, el cine resulta ser de un valor e interés incalculables, fuera de precio, pues le da otra forma, una más amplia, a la conciencia, la deja pensar la aspección (intelectual) y percepción (sensual) del mundo, la deja ver la mirada... la razón de ser. Si en los hechos el cinematógrafo logra anestesiar tanto dolor y sacrificio innecesarios, tanta plusvalía, tanto exceso explotador de la racionalidad instrumental administrativa (que, por ejemplo, ya en el lado de la policía del alma, como herramienta para el estudio de tiempos y movimientos de trabajo y ocio en el taller y la fábrica, el cine regula visual, gráfica y verbalmente la sustancia para sí del proceso de explotación de la fuerza de trabajo); entonces, en su contraparte energética, en su sombra burguesa, el cine también puede comprenderse como un síntoma de utopía(s), el deseo de un deseo supremo, una zona de roce(s) entre el deseo y la institución donde triunfa el deseo de desear. Desborde de precios. Hiperfetiche. Objeto que subjetiva lo sagrado actual. Muchos valores en tensión inquieta. Inflación idolátrica, idolatría que diviniza al ídolo por ser sólo ídolo, inquisición y mística internalizadas, la última hoguera de la religión en la casa de la presencia. Así el sentido del cine siempre está todavía afuera de los precios, vale más que eso, más que todo. Está donde comienza la diferencia sutil del "aprecio"; el afecto, la consideración, el cariño, la estimación... hacer caso a la otredad del otro. De ese modo, el cine sale de la oscuridad nihilista, camina por la otra orilla y constituye el pensamiento que hace el siglo sobre la praxis del siglo, y así sucesivamente. La crisis y crítica de la realidad. Una lente espiritual que deja pasar la luz de la razón libre. Porque todavía no se sabe lo que puede comunicar el cine, y, sin embargo, desconociendo aún su precio material concreto, hay que apreciarlo con el discurso abstracto de la teoría crítica, para saber de alguna manera lo que vale el trabajo de leer/interpretar la marca del cine en la conciencia, la mirada que otorga el cine, el sueño y la vigilia del cine... En la manera como afecta todas las valoraciones contemporáneas, en la marca que produce el acontecimiento de una película, la figura cinemática, algo completamente nuevo en la conciencia. La primera manifestación mágica del nuevo medio eléctrico que habitamos desde hace poco más de un siglo, su internalización como nueva casa del ser, la maravilla del cine, su identificación con el discurso que critica la metafísica de occidente, el cine y sus maravillas, el cine en el país de las maravillas; habitar la manifestación cinemática de nuevos deseos libertarios, ver de verdad el significado práctico de las utopías que hace desear la imagen (movimiento, tiempo). De ahí, de todo eso y tanto puesto en juego, el trabajo real de un manual de apreciación cinematográfica tiene como una de sus principales formas de acceso a su principal objetivo fijarle en serio un precio al cine; económico-político, para encontrar el principio de la realidad del cine, lo real de la película y las películas, el problema de ser una industria capitalista, su marca social; y, una vez criticada la apariencia mercantil del cine del siglo XX, contra la economía política y la política económica, contra la economía y la política, ponerle precio ontológico, precio fundamental, decisivo, o sea, apreciar mejor el mensaje del cine en relación con nuestra propia existencia pensante, es decir respecto a nuestra persona, convocada a vivir (pensar/hacer) la sabiduría*. Apreciar el cine como mérito de la conciencia libre, como triunfo del pensamiento. Ser puro devenir pensamiento sin sujeto, conciencia ideal de la dinámica de la pantalla; libertad(es). Deseo. Escopofilia. El gusto que causa el gesto de mirar el resplandor del cine. El tierno fuego eléctrico de Frankenstein, el monstruoso Prometeo moderno. Que del lado postmoderno del cine más actual, como en Orlando de Virginia Woolf, cambia de género y sexo, deviene Pandora y su caja que no es caja sino ánfora. Otro decir, otro pensar. No por necesidad un pensar "nuevo" pero sí en todos los casos un pensar distinto, diferente, otro de hecho. Con sistema. Por tanto, aunque aquí no evitamos analizar el cine como obra de arte y objeto de entretenimiento, nuestro interés reflexivo siempre quiere ir más lejos en la reflexión crítica. Queremos estar ya incluso después de la acción de resistencia contra la sociedad del espectáculo --¡y justo con un manual sobre el espectáculo de moda! Nuestra propuesta analítica se dirige hacia la plena autoconciencia del modelo de representación cinemática de la imagen puesto en acción por el acontecimiento del cine, la(s) película(s), o sea, la forma general como el cine se (nos) comunica. La Forma Película --según el orden simbólico predominante todavía en la globalización del tardocapitalismo financiero. Ver para nombrar de modo recursivo y así ejercer subjetividades otras, distintas --según esta figura de escritura y su episteme: la experiencia cinemática. * "Este cosmos --el mismo para todos-- no fue hecho por ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y según medida se extingue." HERACLITO, fragmento 30. |
3. Lo cinemático
EL CINE (LO CINEMATICO) ES un acontecimiento trascendental en todo sentido, ya que, de hecho, todavía no podemos imaginar ni racionalizar lo que habrá de marcar en la psique de la especie; apenas vemos aparecer el cine dentro de la existencia mortal, no ha cumplido todavía ni un siglo completo de práctica social, apenas deviene completamente cotidiano por medio de la tv y la videograbadora; por ello hay que pensar cada vez más en común y más en serio el precio y aprecio que le debemos otorgar a la experiencia cinemática, o sea, su valor real, el valor que tiene en nuestra vida personal y lo que significa en y para el siglo que la ve comenzar a existir como nueva figura de la conciencia, el siglo que la conoció convertida casi únicamente en mercancía hiperfetiche de la industria cultural del capitalismo tardío... un siempre "gris" dispositivo mercantil para enajenar el sufrimiento real de todos y de todo, como un etéreo pero letal opio de la postmodernidad sin chiste, un soporífero para olvidar el sufrimiento que impone la depauperación creciente de la fuerza de trabajo, o sea, como la mercancía cultural del mundo planetarizado a la fuerza por el capitalismo tardío (fase donde el modo de producción subsume el consumo, o sea, el valor de uso, y determina para consumir sin consciencia la conciencia del consumidor; fase donde el capital produce, transmite y consume la cultura colectiva). Y por eso mismo, por su pertenencia íntima al capital, el cine también puede ser la mercancía que, paradójicamente, deviene anti-mercantil, la mercancía que revela la parte maldita, lo interdicto: arte y filosofía y al mismo tiempo la superación del arte y la filosofía... pensar el pensar... Un nuevo pensamiento, un comunicar(se) radicalmente diferente, la respuesta al trabajo de la tradición contracultural sobre el acontecimiento de pensar con la mirada y de mirar el pensamiento. El cine, entonces, por el lado negativo, funciona como anestesia y amnesia de la(s) libertad(es) radical(es). Pero por el otro lado el cine es el territorio donde habla el porvenir salvaje, el sitio fantasmático donde se expresa el gesto que sale del encierro. Por su sombra perversa el cine es la mercancía que sale y hace salir afuera del modo de producción capitalista, hace acontecer su paradójica, inquietante de(s)construcción desde el espíritu. La profecía. Y funciona como lugar de encuentro y zona de acuerdo con el otro, la sociedad y el cosmos. Cosa Real del Mercado Real, si se desea en tono lacaneano. Pero también Cosa expresión del Falo como relato: La Forma-Novela (ficción subjetiva). Y también la Cosa del entretenimiento como ocupación del tiempo para construir y desconstruir la conciencia, tarea real de la Libertad en acto. Ser interpretante -- de Esta Esritura, El Cine, que no cabe de ninguna maner en ésta. Y sin embargo, desde aquí se nombra y representa... El Cine. |
4. Un precio
HAY QUE PENSAR UN PRECIO del cine que tome en cuenta los muchos elementos que deben darse para que de veras ocurra la experiencia cinemática, para que, así, con ese precio plural, realmente acordado en común, quede clara la marca que deja el hecho en sí de ver una película, es decir el trabajo personal de recibirla y trabajarla en la conciencia, de percibir la mimesis y aspeccionar la diégesis, activar el trabajo de interpretar para ver la idea del cine. Un precio todavía muy difícil de fijar y pagar, porque es el precio de un acontecimiento en efecto inapreciable por completo. Un precio "inapreciable", sin precio, porque, desde cierta perspectiva, la del opio y la ilusión, puede ser despreciable, mínimo, nada de nada; y al mismo tiempo, desde otra perspectiva, la que busca lo esencial, la que sigue el proyecto radical de indagar por el deber ser más íntimo de la existencia personal, el cine resulta ser de un valor e interés incalculables, pues le da otra forma, una más amplia, a la conciencia, la deja pensar la aspección y percepción del mundo, la deja ver la mirada... la razón de ser. Si en los hechos el cinematógrafo logra anestesiar tanto dolor y sacrificio innecesarios, tanto exceso explotador de la racionalidad instrumental administrativa (que, por ejemplo, como estudio de tiempos y movimientos de trabajo en el taller y la fábrica, regula visual, gráfica y verbalmente la sustancia para sí del proceso de trabajo), entonces, en su contraparte, en su sombra burguesa, el cine también puede comprenderse como un síntoma de utopía, el deseo de un deseo supremo, una zona de roce(s) entre el deseo y la institución. Desborde de precios. Muchos valores en tensión inquieta. Inflación idolátrica, inquisición y mística, la última hoguera de la religión. Fetiche sin divinidad. Y en su sombra la más sanguinaria deflación, la cultura chatarra, los tragapalomitas, el espectáculo carcelario y encarcelante, la amnesia que anestesia por la pantalla. Sin embargo, el sentido del cine siempre está todavía afuera de los precios, vale más que eso, más que todo. Está donde comienza la diferencia sutil del "aprecio"; el afecto, la consideración, el cariño, la estimación... hacer caso a la otredad del otro. De ese modo el cine sale de la oscuridad nihilista, camina por la otra orilla y constituye el pensamiento que hace el siglo sobre la praxis del siglo y así sucesivamente. Una lente espiritual que deja pasar la luz de la razón libre. Porque todavía no se sabe lo que puede comunicar el cine, y, sin embargo, desconociendo aún su precio, hay que apreciarlo, para saber de alguna manera lo que vale el trabajo de leer/interpretar la marca del cine en la conciencia, la mirada que otorga el cine, el sueño y la vigilia del cine... En la manera como afecta todas las valoraciones contemporáneas, en la marca que produce el acontecimiento de una película, la figura cinemática, algo completamente nuevo en la conciencia. La primera manifestación mágica del nuevo medio eléctrico que habitamos desde hace poco más de un siglo, su internalización como nueva casa del ser, la maravilla del cine, su identificación con el discurso que critica la metafísica de occidente, el cine y sus maravillas, el cine en el país de las maravillas; habitar la manifestación cinemática de nuevos deseos libertarios, ver de verdad el significado práctico de las utopías que hace desear la imagen (movimiento, tiempo). De ahí que el trabajo real de un manual de apreciación cinematográfica tenga como uno de sus principales objetivos poner en serio un precio al cine; económico-político, para encontrar el principio de la realidad del cine, lo real de la película y las películas, el problema de ser una industria capitalista, su marca social; y, una vez criticada la apariencia mercantil del cine del siglo XX, contra la economía política y la política económica, contra la economía y la política, ponerle precio ontológico, precio fundamental, decisivo, o sea, apreciar mejor el mensaje del cine en relación con nuestra propia existencia pensante, es decir con respecto a nosotros mismos como personas convocadas a vivir (pensar/hacer) la sabiduría*. Apreciar el cine como mérito, como triunfo del pensamiento. Ser puro devenir pensamiento sin sujeto, conciencia ideal de la dinámica de la pantalla; libertad(es). Deseo. Escopofilia. El gusto que causa el gesto de mirar el resplandor del cine. El tierno fuego eléctrico. Por tanto, aunque aquí no evitamos analizar el cine como obra de arte y objeto del deseo de entretenimiento, nuestro interés reflexivo siempre quiere ir más a fondo en la reflexión crítica. Describir el objeto, decir la cosa de La Cosa. Nuestro interés crítico-analítico quiere dirigirse hacia la plena autoconciencia posible del lenguaje cinemático o, mejor dicho, del modelo de representación cinemática de la imagen puesto en acción por el acontecimiento del cine, la(s) película(s), o sea, la forma general como el cine se (nos) comunica --para aprovechar lo más correctamente posible la situación entre el deseo y la represión de la institución cultural mexicana donde estamos trabajando directamente como taller, por escrito, conversando, al pensar en y para sí de forma radicalmente colectiva el precio real del cine, el trabajo que cuesta comprender el sentido del cine en tanto cine. Que quien manipule el manual consiga manipular del mismo modo la experiencia cinemática, a fin de liberarse del sujeto enajenado en el sexo, el dinero y la política de la(s) película(s). El/la sujeto que por sistema inconsciente de hábito se niega, por ejemplo, a conocer la trama completa de una película que todavía no ha visto. Misma entidad que considera desperdicio ver una película más de una vez. * "Este cosmos --el mismo para todos-- no fue hecho por ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y según medida se extingue." HERACLITO, fragmento 30. |
5. Pensar el cine
QUEREMOS APRENDER A PENSAR MEJOR el cine, volvernos más conscientes de lo que hacemos cuando vemos una película y pensamos en las películas, con ese aprendizaje buscamos superar el estado de ilusión que rodea al cine-espectáculo y obtener cada vez mayor placer consciente, o sea, mayor comprensión inteligente de la existencia justa, sabia y feliz por medio de la recepción crítica radical de películas. Queremos pensar el significado actual de lo cinemático eléctrico (diaporama, película, televisión, video, computadora...), entendido muy especialmente en tanto expresión histórica y nueva forma de practicar el conocimiento de la persona, la sociedad y el cosmos, una manera nunca antes vista pero deseada por los ojos desde hace siglos --para practicar en común, con sentido, el camino de la sabiduría; queremos ver y nombrar el discurso cinemático como ascenso en el proceso evolutivo de la conciencia humana. Una forma nueva de emplear la conciencia, un cambio en la forma de la memoria. Otro valor para los ojos. Entonces, pensar el cine significa estar situados en el futuro con el conocimiento del pasado, con las llaves de una tradición. Habitar la crítica radical del presente, gozar el cambio permanente. Hacía miles, si no millones de años que no aparecía una forma tan nueva de comunicación, una manera radicalmente diferente de transmitir la experiencia estética de lo sublime, un elevamiento general en la comprensión de la esencia de la vida. Otra concepción del estar ahí, puestos en juego como existencia en el tiempo. El encuentro de Oriente, representado por la quietud somática del espectador en su asiento, y de Occidente, la acción siempre inquieta de la pantalla en la psique, aun durante las imágenes fijas. La poesía visual del movimiento que fija el cine. La verdad del cine. Cuando la verdad del cine manifiesta su belleza. La actualidad, el tiempo. El movimiento fijo de la poiesis del cine. Un modo distinto de estructurar la imagen, por acumulación dirigida. Todo lo que nada más con verlo (nos) comunica el tiempo del cine. De ahí la grandeza intelectual del cinematógrafo: ser archiescritura... en las formas que lo hacen retumbar, que lo amplían y diseminan (ahora) por todos lados. La grandeza espiritual del impulso múltiple y cada vez más variado, con más matices y tonos, de las pantallas eléctricas, el impulso que vuelve insuperable la experiencia cinemática para sí. Es decir, la pulsión que la hace prácticamente indefinible mas nunca ininteligible para los individuos que lo experimentamos por primera vez en la historia, después de millones, miles de años de espera; pues lo propio del cine, lo que debemos pensar para apreciarlo en tanto cine, es decir en tanto profecía del pensar, profecía perfecta, resulta ser nuestro propio continente espiritual, nuestro "vehículo", el borde de la episteme, la nueva casa del ser, una habitación para cada quien, un lugar humano --para pensar y resolver mejor la existencia, ya que el cine necesaria, ontológicamente rebasa lo individual y lo colectivo, marca otro giro o nudo en la trama del devenir historia de la historia de la conciencia, pues apenas comienza a estar en la conciencia de los hombres y está ya actuando como marca real del pensar colectivo*, como posibilidad de volver deriva (feliz) el inminente, evidente proceso de planetarización de la civilización propia del Capital-Estado, deriva que sale hacia afuera de la forma capital. Materialmente el cine apenas empieza a marcar su huella en la del cerebro humano, apenas comenzamos a vislumbrar lo que nos hace y hará pensar la experiencia cinemática. Como taller de apreciación cinematográfica trabajamos con la intención de crear mejores condiciones, condiciones más óptimas para el ejercicio de la razón ilustrada, a fin de alcanzar la situación estable de espectadores autoconscientes del cine, es decir conciencia(s) despierta(s) ante la experiencia cinemática, conciencia(s) intérprete(s) que goza(n) voluntariamente (desde/en/con/por/sobre) el mensaje cinemático, o sea, que obtiene(n) de la experiencia cinemática el mayor placer efectivamente posible con cada reflexión y cada nueva recepción, porque realizan el deseo de pensar. A fin de sublimar el cerco represivo de la institución. Interpretar por cuenta propia, conocer. Nuestro objetivo consiste en crear condiciones para que cada tallerista pueda entender objetivamente mejor el acontecimiento del cine dentro de su propia existencia pensante; la razón de ser de la comunicación cinemática en nuestras vidas personales y colectivas. Trabajamos el mejor entendimiento de lo que el cine desea comunicarnos a todos y cada una de nuestras personas al hacernos desear saber más sobre el cine en tanto cosa del pensamiento, más desde todos los puntos de vista que sea posible pensar, y siempre con la buena intención de saber cada vez más sobre el sentido de la vida pensante, que es el punto donde el cine mejor nos pone a pensar en serio. Porque nos encontramos trabajando directamente la comprensión de un nuevo medio de comunicación, un medio verdaderamente moderno, esto es, nunca antes visto por el hombre; un medio sin igual, un medio que nos convoca a imaginar visualmente el futuro donde nos proyecta la civilización eléctrica, un medio original, porque nos da un nuevo porvenir a los mortales. Marca una nueva huella de existencia mortal consciente. Siendo una industria, el cine, la comunicación cinemática (diaporama, película, televisión, video, computadora...), supera materialmente el (des)orden cultural civilizatorio de la misma industria (angustia, inhibición, violencia...), sublima la neurosis del (des)orden impuesto a la fuerza, sin miramientos, por el modo de producción donde la(s) película(s) emerge(n) vueltas mensaje espectáculo, anestesia para el sensorio humano; hace descansar, y en ello radica su efecto amnésico, el olvido que produce el cine espectáculo para hacer tolerar el encierro, en el hecho de hacer descansar de modo ilusionado la subjetividad escindida, es decir egoísta, avara, usuraria. El cine enajena, esa es su función industrial, ser el medio/mensaje de la enajenación de la fuerza de trabajo al orden económico del contrato asalariado; por eso la interpretación comunitaria del cine significa superar ese límite histórico, ese golpe del presente, y así la crítica del cine, su apreciación sabia, inteligente, que deviene conversación, sublima el modo de producción que demanda también al cine como arte y comunicación colectiva, la apreciación, nuestro trabajo, deviene impulso popular utópico sin titubeos y sin paralelo, impulso único, que todavía no podemos terminar de comprender, porque sólo somos, de principio, una escisión, una fragmentariedad creciente, y esto de la unidad figural del cine lo estamos viendo emerger incontenible, enigmático. Porque el cine --desde afuera-- nos impulsa hacia afuera del marco egoísta de la plusvalía y la racionalidad instrumental administrativa. La memoria del cine es un espacio virtual para la emancipación del modo de producción que todo lo subordina a la valoración del valor dinero. Una nueva forma de pensar otra conciencia, otros sueños, otra vida... El deseo sin sujeto que nos reúne como taller a través de este Manual. El trabajo de conversar el cine, para gozar la experiencia, el placer de la conciencia cinemática. La comunicación cinemática, por replicar de muchos modos la caverna platónica, quizá sea, tenga que ser un proyecto filosófico radical para realizar la salida, un umbral para terminar de ilustrarnos, pensar los ojos, la respuesta liberadora final, la comprensión del enigma. Vivir sabiamente. Ver y nombrar el pensamiento en acción, la materia de las comunicaciones. Tanto por sus efectos psicológicos --liberar la unidad de la conciencia, dejar pensar por cuenta propia--, como por sus efectos religiosos --hacer olvidar la teología y devolvernos el secreto sin dogma(s) de lo místico--, el cine (y sus efectos diseminadores de libertades) nos demuestra(n) que lo inefable se comunica y comprende, o sea, que lo inefable místico no es de verdad inefable ni místico para el/la sujeto ni para la colectividad, que la buena voluntad permite comunicar lo indecible mismo**. El cine funda entonces lo sagrado afuera de la religión y las religiones, religa sin mancha y sin deuda con lo esencial, hace salir de la ilusión egoísta que reduce el goce a olvido anestésico de la muerte corporal individual, la muerte imposible, impensable, en falso; ya que el cine, aunque aparezca de inmediato como un mero soñar falso, pone un precio diferente, más visual, al principio de la realidad, al modo de vivir la vida; nos hace pensar tal cual es la aventura humana, el juego del tiempo, sin engaño ni autoengaño, el tiempo, sin sentido pero vivible, gozable, perdurable en su fragmentaria finitud inmediata. Nos invita a pensar una quietud meditativa, la contemplación sacra de una pantalla quieta, fija en el movimiento del río del tiempo del pensar del tiempo... Cuando pensamos el cine como acontecimiento ontológico nos encontramos en situación de trabajar directamente con la sustancia del pensar, con el significado de nuestra propia existencia pensante tanto como individuos que como grupo y grupos; y así el cine ha demostrado ser un vehículo trascendental para la festiva revuelta que emancipa de las instituciones falogocéntricas convocando a la comunidad feliz de los individuos y los grupos y el grupo. Una vez tomado en serio, como reflexión que piensa la verdad del ser, el discurso del cine, su significado, hace pensar por cuenta propia, y así nos deja conocernos mejor a nosotros mismos y reconocer también mejor la sagrada presencia diferente del otro. Funda comunidad de comunicación y de comunicaciones. El trabajo de este Manual-taller deja ver de modo ilustrado, es decir sin ilusiones inconscientes, de modo razonable, fácilmente comprensible para cualquier persona de buena voluntad, o sea, de modo auténticamente científico, la experiencia cinemática en tanto objeto del deseo de la perversa mirada que busca el Afuera (justicia, sabiduría y felicidad), el comunismo solidario. Deja ver y nombrar la unidad de conciencia libre sin sujeto individual encerrado en el Ego, sin sujeto por completo aislado en sí mismo; ver y nombrar la otredad en que se legitima y funda la presencia de todo uno para sí, ver y nombrar nuestra diferencia común, nuestra reiterada diferencia común. Hacer que nuestros ojos y el cerebro conecten con la imagen del placer cinemático del cine, para realizar en común, sin limitaciones ilusorias, colectivamente, ¿en silencio?, ¿a oscuras?, el acceso a la sabiduría por medio de la apreciación cinematográfica, encontrar lo real de las películas, la esencia de la poesía. La justicia social. Producir autoconciencia cinemática. Bien visto, una sociedad donde todos sean completamente libres y, por tanto, dichosos con su suerte personal. Todo ello hace trabajar en nuestra mente y praxis un manual de apreciación del cine. Ahora debe ser más claro para quien lea esto de corrido el por qué de la abstracción y el alejamiento semiótico, retórico, informático. Creemos necesario ese alejamiento, tal abstracción, para integrar una imagen sintética sobre el mensaje ontológico del cine como sistema de escritura, con especial interés por el placer que produce al conocimiento. El cine como complejo asidero para atravesar la oscura noche del nihilismo. Queremos trabajar la razón del cine como objeto de sabiduría, tanto en la mimesis, el significante, como en la diégesis, el significado. Lo nuevo del cine. Y sus efectos como fármaco, veneno y anti-veneno al mismo tiempo. El cine en tanto cosa de la memoria (personal, colectiva). * Más que la religión positiva, más que cualquier nacionalidad o raza, más que los Beatles y Mickey Mouse. Más. Y siempre con una sacralidad profunda y mística, de identificación y proyección con lo sagrado después de la muerte de Dios y del olvido de las religiones. ** "Una armonía invisible es más intensa que otra visible." Heráclito, fragmento 54. |
6. Apreciar el cine
¿QUE HAY QUE APRECIAR EN el cine? Lo que se puede y debe apreciar en el cine es una interrelación muy amplia y compleja de afectos y efectos materiales e ideales. Estos afectos y efectos ocurren sobre (adentro/afuera) de un sensorio mortal personal o síntesis integral de cuerpo, mente y espíritu; un sensorio que percibe, aspecciona y comprende la experiencia. La interrelación total, por tanto, es de carácter existenciario (nos va de por medio la vida en ello); pone un mundo en la unidad de la conciencia, y un modo de estar en unidad dentro del mundo real; constituye una experiencia de vida racional, un modelo de pensamiento, una praxis comunicativa. Aquí la llamamos "experiencia cinemática". O sea, el mensaje o sentido final de las películas para la conciencia humana. Y cuando esta experiencia se encuentra enajenada en lo inconsciente falogocéntrico, el receptor renuncia por ignorancia (falta de información) a este modo de pensar, lo pierde (por miedo a pensar) y no lo piensa, actuando en su propia contra sin darse cuenta, reproduce el encierro. Sólo la conciencia humana es capaz de sintetizar la interrelación de significancia con sentido de(l) cine. La Cosa del Cine o experiencia cinemática en sí es un acontecimiento del cerebro y la conciencia. No ocurre en realidad en la pantalla, ni en el proyector, sino dentro de la cabeza de quien presencia la película. Ello se logra mediante el trabajo interpretativo consciente del/a sujeto espectador/a y esto mismo convierte la comprensión del cine en un acontecimiento por completo espiritual. Un asunto de mentalidades. La conciencia de la experiencia cinématica implica ampliar la conciencia en sí, ampliar la conciencia real pensante, algo que, obvio, no puede estar encerrado nada más en una cabeza y un cerebro. Hacer crecer el potencial de pensamiento personal libre. Lo que nos comunica como utopía posible la cosa en sí del cinematógrafo. En concreto, el trabajo de pensar (en) el cine (nos) vuelve más autoconsciente la experiencia existencial, es decir realiza en la identidad del/la sujeto el significado de pensar. Por eso el cine, la experiencia en y para sí, no puede ser puro opio para el pueblo, no puede ser solamente un fetiche colectivo abstracto de la industria cultural, pues, antes, resulta ser una base real para pensar el pensar sustancial de la mirada y los deseos de la mirada (escopofilia), para pensar el pensar que desde la presencia de los ojos decide en un cuerpo la tensión entre azar y destino, caos y orden, suerte y voluntad que resulta ser cualquier película... el pensar que fundamenta el sentido de pensar, el pensar que da sentido al pensamiento del/la sujeto. Entonces, al pensar en la clave de movimiento y tiempo del cine, el mensaje de este nuevo medio de comunicación se convierte en vehículo ideal para transmitir e intensificar la acción libre del espíritu libre de la época eléctrica. La metamorfosis pop de Wakan Tanka --diría un piel roja eléctrico liberal. Porque trabajar el significado del cine quiere decir impulsar la reflexión en sentido contrario al del espectáculo, contra la enajenación que encierra en la subjetividad; apreciar el pensar integral que ocurre donde hay autoconciencia de la experiencia cinemática. En sí, la experiencia de la interrelación de afectos y efectos que figura como sentido (d)el mensaje de la(s) película(s) está estructurada de acuerdo a tres ejes direccionales para la interpretación. Tres líneas desde donde articular la interpretación, es decir tres ejes topológicos emplazados juntos para organizar con significado el trabajo hermenéutico que se hace con el fin de acceder al goce del cine como sabiduría sin más. Una trenza comunica(c)tiva, una interactua(c)ción comunica(c)cional, el máximo gesto humano de humanización de lo específicamente humano en cada quien, la comunidad y el mundo. Para entender la cosa trascendente del cine, y, desde ahí, salir a pensar la esencia esencial de lo cinemático, lo que el cine comunica para el saber de la mirada y la mirada del saber. Apreciar la novedosa libertad del cinematógrafo. El hecho de que la experiencia se encuentre estructurada en estas direcciones, y según este rizo hermenéutico, significa que el cine tiene una misma y única esencia que comunicar, algo esencialmente común, un elemento diferente que comunica todos los casos entre sí, una casualidad causal que a todos los fragmentos del pensar los une en armonía desde/hacia el campo latente de la imagen cinemática, que los une en la fijeza de la Idea Fotogénica. El tiempo-movimiento al ocurrir en este orden, manifiesta en la unidad de la conciencia la integral de lo plural, la unidad sin centro, la armonía postmoderna. El relato cinemático y sus muchas seducciones libertarias. Estas tres fuerzas interpretativas, explicadas en breve, son las siguientes: 1. Mimesis. El aspecto/percepto significante del signo cinemático. La materia del cine, la cosa cinemática en y para sí. Aquello que entra en relación con la carne del cuerpo, la cosa sensual de la(s) película(s). Su producción, circulación y consumo como objeto social y goce singular. 1.1. La mimesis significante representa lo físico y químico, lo matemático y matematizable de la comunicación cinemática. El celuloide, la emulsión, la banda sonora; ahora la cienta electrónica y esas nuevas cosas. Su lado más próximo al capital y la mercancía, y al principio de la realidad de las leyes de parentesco y la demotecnocracia. Es la materia o parte de mundo con que está hecha la cosa en sí, la Verdad del cine. Lo que "protegen" las leyes de la propiedad privada. 1.2. Y la mimesis significada representa el modo de significar, el modelo de representación material (plano, secuencia, enlaces y transiciones). La cosa para sí del cinematógrafo, el nudo material que une lo material con lo ideal de la(s) película(s). El dispositivo que regula la forma de comunicación, o sea, la semiótica y la retórica del cine, las condiciones y reglas de la producción del relato. 2. Diégesis. El aspecto significado del signo. La idea del cine (tema, historia), el pensamiento, la narración, "lo que se cuenta en la(s) película(s)". Su emisión, transmisión, y recepción de mensaje(s) intelectuales (enunciados). La diegésis, es cierto, no existe sin la mimesis, depende de ella; de hecho, es su efecto, el resultado. Pero a su vez, la mimesis sólo tiene "sentido" por medio de la diégesis, y lo que pensamos en concreto cuando vemos una película siempre tiene característica(s) diegética(s), una narración. Al final, la diégesis es la causa formal de la mimesis, su continente de intersubjetividad real. 2.1. La diégesis significante representa el relato puro, la narración en sí, lo que se cuenta directamente con la película. Lo que los planos denotan en tanto montaje narrativo (escenarios, actuantes, cosas y, sustancilmente, "acciones"). 2.2. La significada, lo pragmático, el contexto, los contextos: las analogías conscientes e inconscientes, las asociaciones libres o provocadas. Más los procesos de producción (directores, fotógrafos, técnicos, actores, productores, receptores institucionales, crítica, etcétera). 3. Hermeneusis. La significancia para sí, el trabajo de apreciar el cine, las condiciones de fabricar imágenes; la resultante de poner(se) en serio a pensar la realidad de la(s) película(s). Son las formas de interpretar el medio-mensaje, las formas de volverlo sentido para la existencia personal; el resultado existencial en ideas y vida de los mensajes que nos comunica la experiencia cinemática. La interpretación y el comentario, el juego gramatológico, la crítica y la reseña, el estudio análitico, la síntesis... Cada una de las figuras apuntadas por la mimesis y la diégesis puede ser interpretada desde cuatro* puntos de vista básicos. Es decir, cuatro direcciones formales para la interpetación crítica, cuatro derivas para la hermeneusis. Estas, entonces, pueden ser: 3.1. Literal, lo que se ve y oye con la película, lo que está ahí, ocurriendo, discurriendo sobre la pantalla; el efecto directo de la proyección. Descripción del significante como relato. 3.2. Alegórica, los temas, los géneros, lo que se puede entender con la película como relato o narración, lo mismo el documento que la ficción; el segundo, tercer, otro(s)... sentido(s). El juego semántico. 3.3. Etica, lo que deja ver y dice la película sobre el sentido de la vida (personal, social y cósmica); el conocimiento, los enunciados de existencia. 3.4. Anagógica, la relación del texto con el contexto o marco de marcos semánticos o... la relación de la película con todo lo demás, con todo lo que sea. La hermeneusis constituye el trabajo absolutamente necesario para efectuar la comprensión del mensaje y los mensajes del cine; desde el trabajo hermenéutico emerge el sentido, la relación de significancia entre mimesis y diégesis. Un trabajo básicamente crítico; pensar por cuenta propia la significancia de la(s) película(s). Puede realizarse desde subjetividades infantiles (ilusión, espejismo), adolescentes (sueño diurno subjetivo), maduras (signos, valor de cambio, placer, etcétera) y autoconscientes (saber apreciar lo real del cine); por tanto, la interpretación ocurre siempre desde horizontes de subjetividad que, para expresar la vida, constituyen una escalera en espiral de nuevas interpretaciones posibles, un camino de ascenso(s) y descenso(s) de conciencia, en devenir, sin origen y sin meta, pues, al interpretar, ya está en donde debe estar, tiempo-movimiento. Relato-cine. Apreciación crítica que emancipa del espectáculo, la distracción y el entretenimiento, apreciación gozante. * Un modelo de interpretación ya utilizado antes, mucho antes, para hacer la heremenéutica del poema, por el divino Dante Aligheri, en El Convivio. Pero sus orígenes como modelo interpretativo se pierden en la oscuridad de los tiempos, en el fondo oscuro de la tradición. En tanto "modelo", representa un acuerdo hermenéutico esencial, un acuerdo para establecer nuevos acuerdos, un dispositivo para acordar el sentido colectivo de los mensajes; un modelo y una forma de modelización que son parte vital, la médula, de la columna vertebral de la tradición interpretante, que es, para nosotros, la tradición libertaria. Lo utilizaban los estóicos como modelo para desmantelar sofismas y para explicar el clinamen o sobresignificancia de los textos, y así evitar malentendidos innecesarios, o sea, resolver los puntos de indeterminación por ignorancia del intérprete, y lo utilizaban no tanto con la intención de polemizar sino de profundizar la reflexión con el otro; se le puede encontrar organizando la propuesta de, cuando menos, La República platónica y sus tantos satélites. Existe, entonces, desde antes del cine. Sirve para poner al cine en su lugar, para situarlo en relación a su propia otredad dentro de una tradición más amplia, y así apreciar lo en verdad diferente. "Anagógico", según el maestro florentino, constituye todo aquello que la Sabiduría de(l) Dios conoce de todos y cada uno de los signos con que está creado el mundo, incluido, por supuesto, el hombre. La interpretación anagógica desea, en theoría, encontrar la relación de todo con todo. Nosotros dos, ya puestos sobre una plataforma ilustrada, queremos entender por este concepto lo que la lingüística denomina "pragmática" del signo, el contexto del mensaje, todo lo externo al texto que sirve para estructurarlo precisamente como texto; el parergon o marco, según los estóicos; el sitio donde el objeto se distingue de su clinamen o plus de significancia, según el poeta Lucrecio; eso que está entre el mensaje y su afuera, dejándonos comunicar, señalando directamente hacia adentro, hacia la experiencia interior, es decir... dejando que el mensaje se manifieste --a la mirada, al lenguaje. |
7. El plano
EL PLANO CONSTITUYE LA UNIDAD básica (material y mental) de comunicación de experiencia cinematográfica. A partir del plano se regula toda presencia física de mimesis, en principio, y de diégesis como resultado o retumbe de ello. El plano es un elemento absolutamente necesario para que haya de verdad cine. El marco, fondo y figura para expresar acción cinemática, el objeto de la experiencia. Aquello necesario que siempre debe estar presente para que exista(n) la(s) película(s), la causa material. Puede haber cine sin sonido y sin color, incluso cine abstracto, cine sin fotografía (celuloide pintado o manipulado o etcétera), cine sin sentido aparente, cine absurdo por completo, aberrante, incomprensible; pero nunca puede haber cine sin la presencia fundamental del plano en la pantalla. Sin ser fenómenos en verdad equivalentes, puede compararse el valor semiótico del plano para el cine con el valor de las palabras para el lenguaje y el del compás para la música. Las tres son unidades completas, autosuficientes, elementos de sentido base; articulan una unidad completa de significado. Aunque, por ejemplo, la información de un plano de cine equivale más bien a varias frases o enunciados, no cabe en una sola proposición; no es lo mismo decir o escribir la palabra "gato" que ver el plano cinematográfico de un gato. La in-formación del plano tiende a ser mucho menos ambigua que la de las palabras. Y con respecto a la música, el plano es diferente del compás porque no tiene valor temporal estable o fijo, los planos de cine pueden tener duraciones temporales muy variadas, desde menos de un segundo hasta más de hora y media. Una película normal, según el modelo institucional, suele constituirse con un promedio que va de los cuatrocientos a los mil doscientos planos. Pero hay películas hechas con un solo plano o con menos de diez. El plano cinematográfico puede definirse, ahora más técnicamente, como un corte de película filmada con significado. Es el resultado final de una "toma" de la cámara, un efecto y afecto básico de montaje, o sea, el trabajo mínimo básico para hacer saber significancia cinemática y para articular el montaje. Lo que en la(s) película(s) materialmente va de uno a otro corte de edición. El montaje, trabajo trascendente de la comunicación cinemática, constituye la esencia en sí del cine, su código de comunicación; el montaje lo constituye la relación que se establece entre las partes de un mismo plano y la relación de un plano con otros planos para llegar a formar una película. El mensaje de una película lo constituye precisamente el resultado que entrega el montaje, la articulación de planos. Montaje interno se denomina a la relación de todo lo que aparece dentro del plano, es decir todo aquello que un plano deja ver en la pantalla, el objeto físico y psíquico de la proyección de una toma. Y el montaje externo, entonces, denomina la relación que establecen entre sí los planos dentro de la película (o sea, la secuencia o paradigma sintagmático). A continuación, se detallan algunas de las principales categorías que configura(n) el montaje interno del plano: 1. Punto de fuga o profundidad de campo: distancia máxima que pueda verse dentro de cuadro y sitio desde donde se organiza el esquema de las líneas de la perspectiva; rango de la distancia en que la cámara da una definición satisfactoria con la lente. En lo específico del cine, este punto puede ser móvil y cambiar de lugar y valor durante un mismo plano. 2. Punto de cierre o situación del objetivo de la cámara: el lugar desde donde se emplaza la toma, el sitio físico geográfico donde está situada la cámara. También puede ser móvil y variable durante el plano. Marca con los lados de la pantalla los márgenes reales del mensaje cinemático, los ejes del espacio cinematográfico contenido por el plano. 3. Línea de encuadre: rectángulo que marca los límites de la imagen recibida por el objetivo la cámara. Forma como se articulan la dirección en que se teje la trama de la perspectiva, el punto de fuga y los lados de la pantalla. Puede ser: normal (cuando la línea del horizonte es paralela al lado inferior del rectángulo de la pantalla); inclinada (a la derecha o la izquierda), vertical (cuando la línea del horizonte corta en ángulo recto los lados horizontales de la pantalla); de cabeza y cambiante. 4. Variaciones por angulación: horizontal, oblicua (hacia arriba o hacia abajo), vertical a plomo (picada) o hacia arriba (contra-picada), y cambiante. 5. Fijeza: cuando la cámara permanece quieta sobre su soporte, sin moverse durante todo el plano. 6. Movimientos de la cámara: --sobre su eje o tripié: panorámica horizontal (a la derecha, a la izquierda), panorámica vertical (hacia arriba, hacia abajo), diagonal y cambiante; --desplazamientos sobre: carro o tripié con ruedas o "dolly" (adelante, atrás, lateral hacia la izquierda o derecha), recorrido o "travelling" sobre rieles, grúa (hacia arriba, hacia abajo, adelante, atrás, en diagonal), carro y panorámica combinados, desde un vehículo (automóvil, tren, barco, avión, helicóptero, etc.), cámara en mano y sobre dispositivos especiales. Estos valores físicos y simbólicos de los movimientos de la cámara, correspondientes a descripciones de la forma de filmación, a veces son imposibles de determinar durante la visión normal de la película. Falta todavía una descripción clara y con buenas distinciones desde el punto de vista de la recepción (¿qué tipo de idea(s) provocan en el público?). 7. Distancia de encuadre: detalle (de fragmento de rostro o cuerpo que no deja identificar al actuante, o de un objeto), primerísimo primer plano (una parte del rostro, generalmente tomada desde la frente a la barbilla), primer plano (un rostro completo, con aire arriba y abajo), medio plano (de la cintura a la cabeza), plano americano (de las rodillas a la cabeza), plano general (el cuerpo humano completo, objetos mayores que un ser humano perfectamente encuadrados), "plano de dos" (de valor diegético, sirve para señalar todos los casos donde aparecen dos actuantes en pantalla, situaciones generalmente de valor dialógico argumental), "plano de conjunto" (también de valor diegético, de tres personas para arriba, todo grupo de actuantes donde sea factible diferenciar visualmente a los individuos), plano largo (toda extensión que vuelva indefinible la individualidad del ser humano, grandes espacios urbanos, paisajes, etcétera). 8. Fuera de campo: todo lo que no está incluido en el encuadre y se encuentra incluido por la diégesis y la hermeneusis. El marco de la representación. De principio, las líneas de la pantalla, lo más inmediato. A la larga, prácticamente todo. 9. Como una categoría muy especial, casi metafísica, anotamos también el campo vacío: los encuadres de sitios donde pudiera estar presente un ser humano pero no lo está, ya sea porque acaba de salir de cuadro, ya sea porque todavía no entra o porque en todo el plano no se le ve directamente, ya que está fuera de cuadro. e incluso aquellos donde se le intuye pero no se le ve en imágenes urbanas, arquitectónicas, de detalle de muebles e incluso de paisajes. 10. Composición: relación geométrica que se establece mediante la distribución dentro del encuadre o montaje interno de los actuantes, cosas , escenario, situación de cámara, objetivo y abertura de diafragma. Básicamente puede ser descrita y analizada en términos geométricos básicos: círculo, triángulo, cuadrado, horizontal, vertical, diagonal, hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia arriba, hacia abajo, circular, elíptica, en cruz, en triángulo simple, en triángulo doble. 11. Foco: cualidad de un objetivo o de la lente para alcanzar a todos los objetos situados ante él entre dos distancias determinadas y a una abertura de diafragma dada. Punto de la lente donde convergen o donde aparecen para divergir las líneas visuales (perspectiva), campo en foco, "enfocado". Característica de la lente para precisar la imagen a distintas distancias de la película o de la pantalla. Cualidad de nitidez o distorsión de la imagen, un efecto del tipo de lente; puede ser fijo o variar durante el plano. Crea figuras nítidas u opacas, de intensidades y espesores muy variados. 12. Velocidad de filmación: cámara normal, cámara(s) lenta(s), cámara(s) rápida(s) e imagen congelada. 13. Iluminación: forma de energía natural (ambiental) o artificial (alumbrado) que permite ver los objetos sobre los que se refleja. El objeto que fotografía el negativo. Puede ser directa o indirecta, general o parcial, frontal, lateral desde la derecha o la izquierda, contraluz, desde arriba (cenital) o abajo, filtrada; de color amarillo, rojo, azul y sus combinaciones. 14. Escenario: características del sitio fotografiado (foro o locación, real o fabricado ex-profeso, interior o exterior, naturalista, realista, fantástico). 15. Sonido: todo lo que se puede escuchar en la "banda sonora"; puede ser: directo o indirecto, ambiental o artificial, voces, música de fondo, efectos, etcétera. Constituye, en y para sí, un universo propio, y al entrar en relación con lo visual crea espacios únicos, o sea, donde la relación audiovisual expresa su carácter metafísico. De principio, al estudio y análisis del sonido en el cine le valen prácticamente todas las categorías y estratos del análisis de lo visual. 16. Color: blanco y negro, sepia, filtrado, pigmentado y a todo color. 17. Experimentaciones, trucos, efectos especiales, dibujos animados y animaciones (más todo lo que ha vuelto posible la digitalizción). Todas las modificaciones técnicas del proceso normal de filmado. Con el análisis del plano principia objetivamente la recepción crítica del cine. Es lo primero que debe verse para apreciar la(s) película(s). Configura el objeto parcial que debe seguir la mirada del receptor crítico, para apreciar el relato-cine, el mensaje sustancial de la experiencia cinemática. Por supuesto, sólo se le puede analizar mediante varias visiones de la(s) película(s). El análisis del plano desconstruye lo efímero e inmediatamente fragmentario del cine. Vuelve sobre la experiencia, ilumina la memoria que interpreta la película como hecho escrito, la re-anima y le da fijeza; indaga sobre la verdad del cine, porque produce el discurso de la recursividad analítica. ¿Quién dice qué a quién y con qué y cómo y por qué...? Se piensa de hecho el acto de pensar la(s) película(s), algo que le da fundamento al regreso de la mirada a la conciencia. Justifica volver a ver y así valorar de vuelta el sentido real de cada película, la razón de ser de su misma recepción, lo que tiene que comunicar(nos) la apreciación cinematográfica. El plano está ahí para activar el goce de la mirada, la escopofilia cinemática. Un acontecimiento feministamente diferente, libertario; pues hace pensar "con cuerpo". En el plano se afirma por sí misma la verdad del cine, se funda el estado de conciencia cinemática, la base que se interroga para saber cine. Dice el momento histórico donde arranca la comunicación que ve el acontecer del tiempo, la esencia esencial de la existencia mortal que se pregunta por el ser en la figura del cine, la existencia que interpreta, la existencia que piensa la mirada que el cine comunica. Por eso, el despliegue del conocimiento que este análisis genera resulta radical en cuanto unifica y sintetiza la dispersión, en cuanto integra el mensaje del cine. La causa o forma "formal". Aquello que puede ser visto y nombrado de principio por todos los receptores de buena voluntad, la verdad íntima de la(s) película(s), el cinema como fenómeno de la duración. El acontecimiento, el documento, el texto y el archivo de la(s) película(s). |
8. La secuencia
BASTA NADA MÁS CON QUE haya un plano para que exista la película y ocurra la experiencia cinemática, el mensaje del cinematógrafo, el sentido de su gráfica novedosa. La posibilidad de pensar el pensar desde del cine, en el silencio que "visiblemente" se trasmina por los márgenes del discurso. Pero lo que debe ser considerado como figura específica de la comunicación cinemática, aquello que la identifica como radicalmente diferente a todas las figuras de comunicación anteriores, es el agrupamiento intencional de varios planos: el sintagma o secuencia de película. El material gráfico del cine, el montaje externo. Las relaciones de sentido entre planos, la edición de imágenes cinemáticas. El trabajo concreto de relatar con el cinematógrafo (siempre más allá del teatro, la novela y prácticamente toda la literatura). De hecho, siguiendo el orden matemático, cualquier tipo de movimiento puede ser interpretado y explicado como una "secuencia". O sea, como un conjunto de cantidades u operaciones ordenadas de tal modo que cada una determina la siguiente. Por ahí debemos comenzar a pensar lo específico de la secuencia cinemática en tanto trabajo de montaje de planos donde cada uno determina al siguiente. Una secuencia, para seguir ahora el puro impulso metafórico, constituye un en-ca-de-na-mien-to (visual/mental) de actos, una actuación con significancia: un movimiento, el movimiento sustancial del cine, la esencia esencial de la cinematografía, la verdad en comunicación del cine. Su definición técnica lo presenta precisamente como un conjunto de planos de película que se desarrollan con un propósito en una unidad de relato y de tiempo. La dominante estructural en el modelo institucional de representación cinemática radica en cuidar que la secuencia concuerde con la estructura base de la realidad, el mundo existenciario. Una secuencia debe generar la sensación y el pensamiento de haber testimoniado, mediante la representación de algunas de sus partes, de un acto de vida concreto. Pero hay otras, muchas otras posibilidades de generar sentido por medio de secuencias cinemáticas. En semiótica, sintagma es una combinatoria, en la cadena de signos, de dos, tres o varias unidades de sentido pertenecientes a la primera articulación, es decir una interrelación básica de unidades significativas. Una transmisión sintética de enunciados con sentido. La secuencia articula una estructura mental, produce un mensaje para la mirada receptora; hace pensar lo visto y oído como unidad de significado. Produce sintaxis cinemática, fabrica enunciados, combinaciones de signos con sentido intencional. Comunicación. Y así la secuencia de cine es lo que se conoce como un proceso semiótico. Una linearización del mensaje. Una actuación (performance) de lo cinemático en sí. La configuración y formación real de un relato. La secuencia de película encadena antes que nada el sentido propio del tiempo cinemático, lo vuelve visible, espacializa la temporalidad humana, convirtiéndola en un acontecimiento simbólico de valor real, con grado cero de simbolización aparente, y de esta forma le da plusvalor semántico al trabajo de la mirada, y lo resuelve en la posibilidad de aumentar la conciencia personal mediante mayor transmisión de significancia apreciada. Comprendemos el cine, esto es, le(s) damo(s) significado a la(s) película(s), porque activamos la razón cinemática y desciframos los encadenamientos de sentido que nos propone el montaje de los planos, la secuencia, la unión de distintos valores de y para la mirada cinemática receptora. Las secuencias integran la manifestación trascendente del montaje externo, o sea, la clave de la comunicación cinemática: la cosa de la unidad en lo fragmentario. Las secuencias de cine proporcionan un fundamento objetivo para pensar en serio lo que (nos) comunica el mensaje (en y para sí) del cine, su precio cósmico, social y personal. Eso que convierte en películas a las películas... Una secuencia, un sintagma, una cadena, una interrelación, una imagen cinematográfica en y para sí. La trama racional, articulada de una semántica... El acontecimiento audiovisual análogo al acto singular de pensar, el fenómeno humano de interpretar y transformar la realidad, uniendo fragmentos, partes, planos de sentido. De buscar más analogías, la secuencia cinemática equivale al "capítulo" en la novela, al "acto" en el teatro, y al "movimiento" en música. Si el plano es la unidad material del cine, la secuencia constituye --dialéctica, estructuralmente-- la unidad "ideal", porque hace pensar cinemáticamente; es una marca o rasgo de sentido cinematográfico, la síntesis viva de significante y significado cinemáticos. Es el sitio en que se articulan con sentido(s) la mimesis y la diégesis, el nudo de la hermeneuisis. Dentro del modelo de representación institucional, en la secuencia todo se organiza para que predomine la diégesis (el cuento, la anécdota) y para que se olvide la presencia de la mimesis (maquinaria y maquinaciones del texto), o sea, todo se organiza para que domine la "ilusión" por encima de la "comunicación". Un elemento clave para la integración de una secuencia lo expresa el "raccord" o forma de continuar una misma acción de uno a otro plano; la secuencia en continuidad manifiesta. Este efecto cinemático de secuencia puede conseguirse por medio de la continuación de la misma dirección de un movimiento físico, por medio de la dirección de las miradas de los actuantes, la temporalidad "visible", etcétera. Pero el efecto contrario, la disconstinuidad entre planos, constituye, por dialéctica, una de las grandes novedades narrativas del cinematógrafo. En las películas situadas dentro de lo que denominamos modelo institucional de representación cinemática, los elementos autónomos que integran las secuencias de película se distribuyen, encadenan o secuencializan según seis tipos básicos: 1. Escena. Cumple el ideal aristotélico de narración, tiene perfecta unidad de acción, tiempo y lugar. Se puede dar completa, perfectamente continua en el tiempo, o incompleta, con ligeras elipsis de tiempo. 2. Secuencia en sí. Es la unidad cinemática más "inédita" y "novedosa", pues separa al cine de la escena teatral. Constituye la unidad de significado más específicamente fílmica o cinematográfica, la base categórica para identificar y apreciar lo diferente de la forma-secuencia. Es la narración compleja (aunque diegéticamente unificada) que se desarrolla en varios lugares y en varios tiempos y que recurre para ello a la economía general de las elipsis (intensivas o extensivas). 3. Alternativa. Donde hay montaje paralelo o alternado; dos acciones, con o sin unidad general, que se expresan dentro de un átomo de relato. Predomina uno de tres tipos de criterio para organizar la alternancia como denotación temporal: 1) montaje alternativo puro, donde el significado de la alternancia está en la alternancia diegética (la de las acciones representadas); 2) montaje alternado, donde el significado de la alternancia está en la simultaneidad diegética; y 3) paralelo, donde las acciones conjugadas no tienen entre sí ninguna relación en lo tocante a la denotación temporal, y esta definición del sentido denotado abre la puerta a todos los "simbolismos". Los "sueños", "recuerdos" y saltos hacia atrás (flash-back) o hacia adelante (flash-forward y flash-ahead), son formas especiales de esta tercera clase. 4. Frecuentativa. Pone ante la vista lo que jamás podremos ver ocurrir, tal cual, en el teatro o la vida real: un proceso completo de agrupación cinematográfica, virtualmente un número indefinido de acciones particulares que sería imposible abarcar con la mirada no-cinematográfica; pero que el cine comprime hasta ofrecerlo en una forma casi unitaria. Es una sucesión apretada de imágenes repetitivas. 1) El significado frecuentativo pleno o completo engloba todas las imágenes en una gran sincronía, en cuyo interior deja de ser pertinente la vectorialidad del tiempo. 2) El semi-frecuentativo integra una serie de pequeñas sincronías, traduce una narración continua de evolución lenta. 3) El sintagma-seriado consiste en la sucesión de breves evocaciones de acontecimientos derivados de un mismo orden de realidades. 5. Descriptiva. Se opone a los cuatro tipos anteriores, porque en estos últimos la sucesión de las imágenes en la pantalla corresponde siempre a una forma de relación temporal en la diégesis, y en este tipo de secuencia la sucesión de las imágenes corresponde únicamente a series de co-existencias espaciales entre los hechos presentados. O sea, de principio, "no transcurre el tiempo". Es el único sintagma en que los encadenamientos temporales del significante no corresponden a ningún encadenamiento temporal del significado, sino a ordenamientos espaciales de este significado. 6. Plano autónomo o plano secuencia. Una secuencia resuelta dentro de un solo plano. El máximo de concentración del montaje, une lo interno con lo externo de la maquinaria narrativa hecha con planos de cine. 7. El juego de campo y contracampo, el cambio frontal de punto de vista que generalmente se utiliza para mostrar lo que un actuante mira, también puede ser considerado como una sub-secuencia o con-secuencia aparte. Determina en modo manifiesto los productos del modelo institucional. También así se pueden entender ciertos giros completos de la cámara en torno al objeto. Hay que recalcarlo, la forma-secuencia integra, desde la especificidad del plano, la unidad de relato radicalmente cinemático. Una diferencia categórica del cine. Lo distingue de todas las otras formas de fabricar relato(s), y muy especialmente de las de carácter narrativo; marca lo propio de ver en el cine. Manifiesta la figura cinemática, el potencial del montaje. Así vuelve a resultar sobredeterminante el resultado del "plano secuencia", lo que esta figura o tropo de cine expresa sobre la relación del cine (un tiempo artificial) con la existencia mortal real (el tiempo); muestra la "lógica" del tiempo, la "temporalidad" del tiempo. Y una vez más, por seguir la espiral in-finita de las metáforas, la secuencia de película es la verdad del ente cinemático: la desocultación del ser. Manifiesta un saber real y concreto de la belleza audiovisual, desoculta la verdad suprema de la seducción cinematográfica. La actualidad se convierte en la realidad. La realidad se convierte en la objetividad. La objetividad en vivencia. La secuencia de cine muestra el cine como esencia límite del arte occidental, la transformación esencial de la verdad, el proceso de desocultamiento de la verdad: Dasein... estar ahí en y para el tiempo. Sobre la pantalla, en la película. La espacialización trascendente del tiempo, la metamorfosis que todo lo cambia con ritmos. Identidad y diferencia. Esas cosas, otras cosas; la secuencia de cine. Una unidad subjetiva de relato, de acuerdo a cierto sujeto modelar, sí, de carácter esencialmente patriarcal, autoritario, falogocéntrico. Que igual captura la atención de sujetos de diferente sexo y género, lo mismo que de edad y lo que sea. |
9. La cámara
UNA MARCA DECISIVA DENTRO DE la recepción de la experiencia cinemática la constituye el lugar que ocupa la cámara como punto de vista o mirada narradora. Desde la cámara se integra la narración o secuencialización de los enunciados cinematográficos. La base mimética del cine narrativo la otorga el trabajo de la cámara. Se puede sostener que todo en el cine ocurre a partir del lugar que ocupa (y desocupa) la cámara. Ella es el agente activo de registro de la realidad material y de creación de la realidad cinematográfica. El imposible sujeto trascendental de la experiencia, un dispositivo que integra técnicamente el relato. Una mirada imposible. Hay cuatro tipos de mirada propuestos por el lugar de la cámara: 1. Objetiva. Cuando la cámara ocupa el sitio de una mirada humana próximo-distante; ajena al interior del relato, porque lo integra desde la posición de narrador. La cámara se convierte en una observadora periodística de las acciones. 2. Interpelativa. Cuando los actores se dirigen específicamente hacia la cámara, interpelando de este modo al espectador. 3. Subjetiva. Cuando la cámara toma el punto de vista de uno de los actuantes, es decir cuando funciona como la mirada de un ser situado al interior de la narración. La cámara deja de ser un objeto y deviene una identidad personal dentro de la acción. Cámara-actuante, situada en representación de la mirada de "alguien". 4. Irreal. Cuando la cámara está situada en un punto de vista generalmente imposible de ser ocupado por un ser humano verdadero y consecuente con la acción. Incluye el micro y el macroscopio, la cámara lenta o rápida, los valores más densos del foco, efectos de luz y todo lo que sólo el cine hace visible. Para las películas del modelo institucional predominan las cámaras subjetiva e irreal, que generan identificaciones y proyecciones en los receptores, los hacen salir de sí inconscientemente. Generan falsas situaciones, ilusiones, fantasmas. Estas miradas facilitan la debilitación del juicio y el involucramiento inconsciente de la conciencia del espectador dentro de la diégesis --hacen perder el principio de la realidad, intensifican sin reflexión la libido visual, infantilizan fácilmente la recepción. Las posibilidades de emplazamiento simbólico, real e imaginario que puede alcanzar la cámara irreal son infinitas, técnicamente omnipotentes. La cámara interpelativa sólo vale para el cine de la institución en las películas musicales, cuando un actuante canta para el público; y en las películas cómicas, como un aparte teatral. Todos los otros casos donde alguien mira al objetivo de la cámara son considerados como un error de construcción y se les llama "pajarear". La televisión utiliza la cámara interpelativa en los comerciales, los noticieros y los programas con maestro de ceremonias. Un ejemplo modélico de cámara objetiva son los reportajes y documentales periodísticos, montajes cinemáticos donde la cámara toma precisamente el lugar relativamente subjetivo del reportero. También este tipo de mirada documental juega un papel importante dentro del cine institucional, pero no intensifica la proyección ni la identificación, más bien representa el lugar del narrador omnisciente. Provoca un alejamiento que descompromete al espectador. Para la theoría feminista, la cámara provoca diferente tipo de recepción según la identificación sexual (real y simbólica) del/la sujeto receptor. No es igual el efecto subjetivo de la cámara en la conciencia de las mujeres que en la de los varones. Básicamente, las mujeres ceden más fácilmente a la seducción de la mirada cinemática, más especialmente a los momentos subjetivos e irreales; esto las vuelve receptores cautivos, que renuncian a la propia voluntad, que sueñan con el cine y no pueden dejar de verlo. Como aparato ideológico, el cine determina el cautiverio simbólico de la conciencia de la mujer, las mujeres y lo femenino en la persona y la sociedad. Hasta cierto punto, el cine institucional es el sueño que cautiva y sacrifica la presencia del otro, el sueño que oculta el problema de las mujeres. También por esto, cuando tal sueño deviene autoconciencia, las mujeres se vuelven más tolerantes y más razonables respecto al cine, en todos sentidos, es decir aceptan con mayor buena voluntad el cine de carácter difícil (vanguardia, experimental), el cine como pensamiento. Una vez puestas a pensar en serio, las conciencias femeniles encuentran en la cosa del cine una zona ideal para generar mayor gozo contracultural, es decir para interpretar el estar ahí con y sin identificaciones sexuales, el estar ahí, en el mundo, desde una mirada. Pues el juego de recepción de la película genera la posibilidad de pensar la escición completa: falo y no-falo, o ser y tener el falo y sus complicaciones para quienes quedan en la situación femenino, mujer, heterosexual... Y así sucesivamente. Para que, entonces, la sujeto pueda, al menos, ofrecer resistencia a la violencia inherente en el sistema. Pero también para construir situaciones de sujeto afuera de eso, después del patriarcado, realmente en otro terreno para negociar la situación de sobrevivencia de la especie y el individuo. La diferencia que aporta la perspectiva crítica de la liberación feminista del/a sujeto, especialmente, entonces, de la sujeto que critica con sistema el sentido de la(s) película(s). Ni varon ni mujer pero consciente de la diferencia y su problema, lo que demanda equidad y justicia. Más allá de toda estética y toda ficción, pues ambas sirven justo para ello. |
10. Enlaces y transiciones
LA ESTRUCTURA FORMAL DEL MONTAJE externo la organizan los enlaces y transiciones entre planos y secuencias. Mecanismos de negación, establecen relaciones de diferencias, hacen entender. Conectan mimesis y diégesis, son los intersticios que dan fondo al mensaje. Estos enlaces y transiciones equivalen, aunque tampoco son perfectamente idénticos, a los signos de puntuación en sintaxis. Si una película está hecha por medio de un conjunto de planos, que a su vez integran un conjunto de secuencias, los enlaces y transiciones encadenan el conjunto total, constituyen la forma material concreta como se encadena un plano con el otro y una secuencia con la otra para hacer saber "cine". Pegan semiótica y retóricamente la película, traman el acontecimiento. Organizan la mimesis para transmitir el sentido y la forma para estructurar la narración, el encadenamiento figural de enunciados diegéticos, la construcción del relato-cine. Estas figuras indiciales de relación tienen por objeto asegurar el flujo de la historia y eludir los encadenamientos erróneos. Tejen la trama. A continuación describimos los procedimientos más utilizados: 1. Corte directo. Sustitución brusca de un plano por otro; es la transición elemental, más corriente y fundamental. 2. Fundido a negro. Cuando entre un plano y otro aparece un oscurecimiento total de la pantalla. Marca una pausa del relato visual. 2.1. Fade out. El final del plano e ingreso al negro se realiza paulatinamente, mediante un lento oscurecimiento de la imagen. 2.2. Fade in. El paso del negro al plano siguiente se realiza mediante la iluminación paulatina de éste. 3. Fundido encadenado o disolvencia. Hacer desaparecer gradualmente un plano mientras el siguiente surge también en forma gradual. En la posición central de este efecto se observa una superposición o sobreimpresión de imágenes (tomas). Y en forma ampliada, por "disolvencia" se entiende todo plano donde haya sobreimposición de imágenes. 4. Cortinilla. Consiste en hacer que un plano reemplace progresivamente al otro, ya sea desplazándolo o empujándolo de derecha a izquierda de la pantalla, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, de abajo a arriba, en diagonal, en espiral, en abanico, mediante fragmentación, etcétera. 5. Barrido. Consiste en pasar de un plano al otro por medio de una panorámica muy rápida efectuada ante un fondo neutro y que en la pantalla aparece borroso. También esto puede ocurrir mediante un cambio brusco de foco (out, de nítido a opaco; in, viceversa). 6. Apertura en iris. Iniciar un plano mediante una apertura circular del diafragma del lente según la cantidad de la luz existente o la que se desee que incida en la película. La imagen se expande y agranda desde un punto de la pantalla hasta cubrirla toda. También es un efecto técnico de laboratorio. 7. Cierre en iris. Concluir un plano mediante un cierre o contraimiento circular del diafragma, que se empequeñece hasta convertirse en un punto sobre la pantalla, dejando lugar al siguiente plano. Además, por el tipo de relación diegética que provocan, los enlaces entre planos producen un sistema de ejes de dirección del movimiento o dinámica cinemática. La pantalla está fija, es lo único que en el cine no se mueve; por tanto, los movimientos de la cámara y de los actuantes deben ser codificados en una determinada forma para hacer comprensible el sentido del relato sobre la fijeza de la pantalla. De otro modo, al menos según la institución, aparecen contradicciones visuales, rupturas del eje normal de movimiento. Como se dijo con anterioridad, hay dos direcciones básicas en la edición o "raccord" de planos: 1) continuidad, cuando el plano que sigue continúa la acción narrativa espacio-temporal del plano anterior, y 2) discontinuidad, "elipsis", donde la rompe o separa. Los ejes que marcan la continuidad pueden tener los siguientes tipos de valor: 1. De movimiento natural. De un plano a otro cambia el tipo de encuadre pero continúa visiblemente el movimiento de personaje y/u objetos del plano anterior. Raccord íntegro. 2. De dirección. Para marcar la misma linealidad de moviento de un plano a otro, todo actuante u objeto en movimiento debe entrar en pantalla siempre por el mismo lado por donde entró en el plano anterior, y lo mismo vale para las salidas. Lo contrario, verlo entrar de nuevo por donde acaba de salir, se entiende generalmente como si el personaje u objeto en movimiento hubiera dado vuelta y caminado en sentido contrario. 3. De mirada. Para construir idealmente la espacialidad de los diálogos o las situaciones mediante la dirección que tienen la mirada de los actuantes. En los diálogos, si en un plano aparece un rostro de frente mirando a su interlocutor en una dirección (campo), en el siguiente plano, donde aparece el rostro del interlocutor (contracampo), la mirada de éste deberá dirigirse en la dirección contraria, para crear la sensación de que se están mirando de frente. 4. Campo/contracampo. Cuando, al interior de una misma situación narrativa, de un plano a otro la cámara realiza un salto generalmente de 180 grados. En el contracampo, se reproduce la perspectiva o eje de mirada propia del observador puesto en cuadro en el plano anterior. Y como se dijo, constituye uno de los recursos más distintivos del cine propio del modelo de representación institucional. Los enlaces y transiciones de secuencia, en algunos casos, se fundan en analogías plásticas o psicológicas, marcas gráficas de narración formal; las más frecuentes son de contenido: 1. Material. Un mismo objeto o actuante sirve para hacer la transición de una secuencia a la otra. 2. Sonoro. Se escucha por adelantado lo que habrá de verse en la siguiente secuencia, o al contrario, se sigue oyendo lo que dejó de verse en la secuencia anterior. 3. Estructural. La imagen con que concluyó una secuencia es traducida en la siguiente por una imagen de característica metafórica. 4. Dinámico. La continuidad la establece un mismo movimiento. 5. Nominal. En el final de una secuencia se nombra algo, y en la siguiente secuencia aparece ese algo nombrado. 6. Intelectual. En el final de una secuencia se expresa un pensamiento, y en la siguiente vemos el objeto pensado. 7. Plano de pausa. La imagen no tiene que ver directamente con el desarrollo del relato, sirve precisamente para establecer una pausa entre una y otra secuencia o unidad de la narración. En sí, el dispositivo de los enlaces y transiciones genera el tiempo cinemático. Un tiempo específico, diferente, sin igual. El tiempo que nos deja pensar el sentido y el valor del tiempo. Un mundo existencial. La trama de un relato, una fase de espacio. Porque la cuestión del tiempo y el espacio en el orden cinemático manifiesta el enigma de la esfinge, el punto crítico del cine, la otredad que nos comunica el juego narrativo que acontece sobre la pantalla. El contexto trascendental de los juegos de comunicación cinematográfica. El relato diegético que se ve y se oye en la mimesis de las películas. La sutura de cortes y partes con que se integra la trama, la historia, la narración cinemática. Un tema que aún está por ser pensado tal cual --aquí lo indicamos nada más. |
11. El sonido
LA PRESENCIA DEL SONIDO EN LA(S) película(s) puede estar configurada según tres tipos diferentes de: 1) la voz humana, 2) los diversos sonidos del mundo y 3) la música. Estos tipos de sonido pueden provenir tanto de su grabación directa en el mundo real como de su representación electrónica artificial. Y las formas de presencia del sonido dentro del montaje diegético son: 1) dentro de cuadro, todos los sonidos se encuentran sincronizados (directa o indirectamente) con los acontecimientos que vemos ocurrir en la pantalla; 2) fuera de cuadro, todos los sonidos que sitúan el contexto espacial de las imágenes que vemos en la pantalla; y 3) irreal, que no corresponde para nada a lo que se ve ocurrir en la pantalla ni a su contexto inmediato (por ejemplo, las voces en off y la música de acompañamiento al montaje). En esta última forma hay que considerar todas las posibilidades de distorsión del sonido. El sitio de la música dentro del montaje de las películas constituye todo un recurso narrativo que puede ser empleado de muy diversas maneras, con un papel tan importante y significativo como el de la cámara. Las bandas sonoras de las películas se han llegado a convertir en una creación estética por completo independiente, algo que las sitúa ya afuera del cine mismo. |